Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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1473
Legislatura: 1893-1894 (Cortes de 1893 a 1895)
Sesión: 10 de mayo de 1893
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Réplica
Número y páginas del Diario de Sesiones: 30, 661-662
Tema: Actitud del Gobierno respecto de las palabras atribuidas por un periódico al gobernador civil de Madrid en el caso de alteración del orden público

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Como SS. SS. nos traen en esta tarea tan frecuente y tan ardua, yo no tengo tiempo de leer todo lo que dicen los periódicos. (El Sr. Salmerón: ¡Lo he leído yo!)

Lo creo; S. S., por lo visto, tiene más tiempo. Yo leo los extractos que me dan, haciéndose cargo de lo más importante que dice la prensa, y por lo visto, el encargado de hacer esos extractos no ha dado la importancia que S. S. a las palabras atribuidas al gobernador. De manera que de esto no sabía nada hasta que S. S. lo ha leído. Pero si S. S. quería que estuviese enterado y que le hubiese dado contestación, no hubiera estado de más (al fin es un acto de cortesía que se emplea con el Gobierno por los adversarios) que me hubiese S. S. anunciado que me iba a hacer esa pregunta, y yo entonces, que tengo mucho gusto en satisfacer los deseos de S. S., como le tengo en satisfacer los de todos los Sres. Diputados, me hubiera enterado y hubiera podido contestar a S. S. con conocimiento de causa.

Por lo demás, yo no podía dar a S. S. más que la contestación que le he dado antes, no con gracia, sino con franqueza, como debe un Gobierno decir estas cosas. ¿Qué quiere S. S. que le diga el Gobierno? ¿Qué si hay alguien que se extralimite de lo que disponen las leyes, el Gobierno se cruzará de brazos? Yo supongo que lo que habrá querido decir el gobernador será que cuando algunos traspasan los derechos concedidos por la ley por necesidades imperiosas de la vida, esos merecen más consideración que aquellos que lo hacen por perturbar el país. Y eso lo digo yo también, sencillamente.

Yo tengo dolor, y le tendría muy grande, en reprimir cualquier perturbación; pero cuando la perturbación no tiene el fundamento que pueden tener las que a veces producen en un país aquellos que piden pan porque no lo tienen, el dolor, crea S. S. que disminuye, y tanto más si se produce la perturbación por el gusto de producirla, o por otros móviles de que no quiero hacerme eco en este momento.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Ya comprenderán los Sres. Diputados que el Gobierno no puede responder ni dejar de responder de las palabras que pueda una autoridad decir en conversación particular con periodistas republicanos. Lo único que diré a S. S. es, que lo que debe hacer el gobernador, es abstenerse en adelantos de tener conversación con periodistas republicanos. (El Sr. Salmerón: Lo que he leído lo dice La Correspondencia de España, y el director de ese periódico es Vicepresidente de esta Cámara.) Tomado de otro periódico.

Por lo demás, al menos por el concepto que he formado yo de las palabras oídas cuando S. S. ha leído el periódico, me parece que tienen tan poco de particular, que yo no tendría inconveniente en hacerlas mías.

Yo tengo toda la autoridad necesaria para reprimir cualquier perturbación del orden público, venga de donde viniere, porque esa misma autoridad he declarado que tenían los Gobiernos contra los cuales procedí en la forma que ha dicho S. S., hasta el punto de que, habiendo sido condenado a muerte en garrote vil, jamás me he quejado de aquella sentencia; y precisamente al mismo fiscal que contra mí pidió esa pena, he tenido la honra de proponerle, años después, para presidente del Tribunal Supremo. De modo que siempre creí que aquellos Gobiernos pro-[661] cedían bien. (El Sr. Salmerón: ¿Y S. S. entonces?) Procedía mal; como vosotros procederíais mal apelando a medios violentos y fuera de la ley, y os expondríais a lo que yo me expuse y a lo que les sucedió a muchos que me acompañaban, y a mí mismo. (El Sr. Salmerón: ¡Sí S. S. vino al Ministerio de la Gobernación!) Eso fue bastante tiempo después.

De suerte que, aunque la cosa me parece bastante anticuada, porque esas cuentas se ajustaron hace ya mucho tiempo, a mí no me quita el recuerdo autoridad ninguna para reprimir cualquier movimiento que tenga por objeto perturbar la marcha ordenada de la ley.

Por lo demás, S. S. puede presentar esa y todas las proposiciones incidentales que tenga por conveniente. Ya sabemos lo que SS. SS. piensan hacer. Sea enhorabuena; así demuestran SS. SS. el respeto que tienen a la libertad, a las Cortes y a la ley.

El Sr. SALMERÓN: Pido la palabra.

El Sr. PRESIDENTE: La tiene S. S.

El Sr. SALMERÓN: Queda perfectamente justificada, Sres. Diputados, la necesidad de presentar esta proposición incidental, y como habremos de discutirla, para entonces me reservo el contestar a algunos de los asertos del Sr. Presidente del Consejo de Ministros.

Entretanto, no tiene S. S. necesidad de valerse de mí para dirigir a la primera autoridad civil de Madrid las reprimendas que quiera, directamente le puede decir S. S. si debe o no conferenciar con periodistas republicanos, y si puede o no puede pronunciar ésas u otras palabras, pero por mi conducto no tiene que decirle nada, porque yo no vengo aquí a discutir al gobernador de la provincia, sino los actos del Gobierno.

El Sr. Presidente del CONSEJO DE MINISTROS (Sagasta): Tan lejos he estado de desautorizar a la autoridad civil superior de Madrid, que he hecho mías sus palabras; a quienes desautorizo es a los periodistas que abusan de la amistad y del afecto que les manifiesta el gobernador de Madrid. (El Sr. Salmerón: Trasladó a uno de los Vicepresidentes de esta Cámara.)



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